La
niñez es el mejor momento para establecer los buenos hábitos dentales.
No se le da a los dientes la suficiente importancia que tiene una buena
dentadura conservada durante toda la vida. Parece que lo normal sea
llegar a anciano y haber tenido problemas con los dientes y muelas y sea
excepcional que los dientes no hayan padecido enfermedades.
Se
admite que la mayor parte de las persona puedan terminar su vida con
alguna merma en los diferentes órganos del cuerpo humano, por ejemplo
oír peor, tener algún problema en el aparato circulatorio o el
corazón, no hacer las digestiones bien del todo, o tener un poco de
artrosis. Lo que no se admite tanto es que sea normal acabar sin oídos,
o sin ojos, o sin corazón, o sin estómago o sin huesos. Sin embargo
está relativamente admitido acabar sin dientes, con una dentadura
completa superior o inferior o con una rehabilitación total de dientes y
muelas sobre implantes. Lo normal sería al hacerse viejo tener teclas o
pequeños problemas con los dientes o muelas, pero desde luego no es
normal perder todo el aparato masticatorio.
Esto ocurre porque los
dientes no se cuidan convenientemente y además sufren muchas agresiones
alimenticias.
Es absolutamente necesario limpiar los dientes bien todos
los días desde la primera infancia, a partir de tres años, y desde el
nacimiento, al bebé deben los padres limpiarle los dientes todos los
días, con una gasa al principio y con cepillos suaves después.
La
alimentación es fundamental para conseguir que los dientes no enfermen.
El azúcar es un alimento elaborado por el hombre, no existe en la
naturaleza como tal. La cantidad de azúcar que entra en los cuerpos de
los niños supera con mucho las necesidades alimenticias, esto puede
repercutir en el futuro en enfermedades diferentes a las dentales, pero
en los dientes y muelas el azucar en todas sus formas hace estragos,
porque es el alimento preferido de las bacterias que normalmente están
en la boca y está después de comer azucar, fabrican un detritus que se
pega al diente, es la placa bacteriana, responsable directa de las dos
grandes enfermedades de las piezas dentales, la caries y la enfermedad
periodontal o piorrea.
Los chuches, los chicles, los bollos
industriales con o sin chocolate, los zumos industriales con azucar
añadido, los caramelos, las piruletas y chupa-chups, los pasteles y
tartas, la leche condensada, el chocolate con azucar, la nocilla, el
chocolate en polvo, etc…, introducen en la boca una cantidad brutal de
sacarosa que es el azucar preferido por las bacterias para dañar las
piezas dentales. Los niños se llegan a convertir casi en adictos a estos
productos, y los adultos incluso los padres los fomentan creyendo que
el azucar es energía y los ayudará a crecer y estar fuertes y sanos.
La
consecuencia es que en edades muy recientes aparecen unas caries que
pueden llegar a ser enormes por la rapidez de su aparición y la
dificultad de detectarlas sino se acude al dentista. Estas caries pueden
hacer que el diente o muela de leche desaparezca de la boca o tenga que
ser extraído antes de lo que debería ser. Una pieza dental aunque sea
decidua, de leche o temporal tiene una misión que cumplir en la boca
durante un tiempo determinado, si este tiempo es menor porque ha
enfermado y ha tenido que ser extraída aparecen repercusiones en todo el
aparato masticatorio, puede afectarse la salida del diente o muela
definitivo, puede producirse rechinamiento nocturno y dolor en la
articulación de la mandíbula, puede alterarse la posición de los otros
dientes y determinar un problema de ortodoncia en el futuro. Pueden
pasar muchas cosas que determinen el futuro de esa dentadura en el
futuro.
Así como sabemos que no es normal que perdamos un dedo,
tampoco lo es y en la misma medida que se pierda un diente o muela. Por
lo tanto hay que incrementar los cuidados dentales y alimenticios para
que todos los dientes estén digamos,a gusto en la boca duren toda la
vida. Aquí entra la importancia de la prevención dental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario