miércoles, 17 de octubre de 2012

Para unos dientes para toda la vida


 

La niñez es el mejor momento para establecer los buenos hábitos dentales. No se le da a los dientes la suficiente importancia que tiene una buena dentadura conservada durante toda la vida. Parece que lo normal sea llegar a anciano y haber tenido problemas con los dientes y muelas y sea excepcional que los dientes no hayan padecido enfermedades.
Se admite que la mayor parte de las persona puedan terminar su vida con alguna merma en los diferentes órganos del cuerpo humano, por ejemplo oír peor, tener algún problema en el aparato circulatorio o el corazón,   no hacer las digestiones bien del todo, o tener un poco de artrosis. Lo que no se admite tanto es que sea  normal acabar sin oídos, o sin ojos, o sin corazón, o sin estómago o sin huesos. Sin embargo está relativamente admitido acabar sin dientes, con una dentadura completa superior o inferior o con una rehabilitación total de dientes y muelas sobre implantes. Lo normal sería al hacerse viejo tener teclas o pequeños problemas con los dientes o muelas, pero desde luego no es normal perder todo el aparato masticatorio.
Esto ocurre porque los dientes no se cuidan convenientemente y además sufren muchas agresiones alimenticias. 

Es absolutamente necesario limpiar los dientes bien todos los días desde la primera infancia, a partir de tres años, y desde el nacimiento, al bebé deben los padres limpiarle los dientes todos los días, con una gasa al principio y con cepillos suaves después.

La alimentación es fundamental para conseguir que los dientes no enfermen. El azúcar es un alimento elaborado por el hombre, no existe en la naturaleza como tal. La cantidad de azúcar que entra en los cuerpos de los niños supera con mucho las necesidades alimenticias, esto puede repercutir en el futuro en enfermedades diferentes a las dentales, pero en los dientes y muelas el azucar en todas sus formas hace estragos, porque es el alimento preferido de las bacterias que normalmente están en la boca y está después de comer azucar, fabrican un detritus que se pega al diente, es la placa bacteriana, responsable directa de las dos grandes enfermedades de las piezas dentales, la caries y la enfermedad periodontal o piorrea.
Los chuches, los chicles, los bollos industriales con o sin chocolate, los zumos industriales con azucar añadido, los caramelos, las piruletas  y chupa-chups, los pasteles y tartas, la leche condensada, el chocolate con azucar, la nocilla, el chocolate en polvo,  etc…, introducen en la boca una cantidad brutal de sacarosa que es el azucar preferido por las bacterias para dañar las piezas dentales. Los niños se llegan a convertir casi en adictos a estos productos, y los adultos incluso los padres los fomentan creyendo que el azucar es energía y los ayudará a crecer y estar fuertes y sanos.
La consecuencia es que en edades muy recientes aparecen unas caries que pueden llegar a ser enormes por la rapidez de su aparición y la dificultad de detectarlas sino se acude al dentista. Estas caries pueden hacer que el diente o muela de leche desaparezca de la boca o tenga que ser extraído antes de lo que debería ser. Una pieza dental aunque sea decidua, de leche o temporal tiene una misión que cumplir en la boca durante un tiempo determinado, si este tiempo es menor porque ha enfermado y ha tenido que ser extraída aparecen repercusiones en todo el aparato masticatorio, puede afectarse la salida del diente o muela definitivo, puede producirse rechinamiento nocturno y dolor en la articulación de la mandíbula, puede alterarse la posición de los otros dientes y determinar un problema de ortodoncia en el futuro. Pueden pasar muchas cosas que determinen el futuro de esa dentadura en el futuro.

Así como sabemos que no es normal que perdamos un dedo, tampoco lo es y en la misma medida que se pierda un diente o muela. Por lo tanto hay que incrementar los cuidados dentales y alimenticios para que todos los dientes estén digamos,a gusto en la boca  duren toda la vida. Aquí entra la importancia de la prevención dental.

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